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  • dsabogalgutierrez

SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA...

El Génesis describe para nosotros el encuentro de José con sus hermanos y como este a pesar de las circunstancias que rodearon la “traición” de su familia no toma distancia de ellos sino que interpreta todos los acontecimientos como un mandato de Dios, es decir, Dios tiene un plan y eso queda claro en la profunda experiencia de Fe de este creyente. José no pierde de vista sus valores y fundamento y hace de esta nueva realidad un motivo de alegría y una fiesta de perdón y solidaridad con los suyos.


La crisis en esta región es un problema que atañe a todos y José tiene un plan de trabajo que nos habla de la necesidad de estar organizados para poder dar frutos en todos los frentes de la misión eclesial. Aquí el problema es atacado con todas las armas o recursos disponibles, las bodegas y depósitos que construyó José hablan de la capacidad estratégica de este hombre y como sus acciones son signo de bendición para otros tanto en Egipto como fuera de allí.


La necesidad es la madre de las invenciones, esgrime un proverbio popular, pues estas necesidades de supervivencia son una constante en las distintas sociedades. No es posible suponer que la necesidad es un castigo de Dios, pero si estamos de acuerdo en afirmar que la mayoría son consecuencia de corazones empobrecidos que solo buscan su bienestar personal.


En José podemos encontrar una figura en potencia de Jesús y su amor por el pueblo. La supervivencia de los creyentes atañe tanto a Dios como al orden en el que nos desenvolvemos. La Iglesia ante la injusticia social debe levantar la voz, es de esta manera como su misión profética se encarna en el acontecer de todos y cada uno de los bautizados.


El Salmo 37, en todos sus versículos posee una tendencia muy clara y es la de centrar la vida en todas las acciones que acompañan al ser humano, y esta puesta delante de Dios como su fundamento inicial y final. Aquí el Salmista nos invita a confiar íntegramente en el Dios revelado. Las promesas de quienes siguen a Dios son directamente relacionadas espiritualmente con las “Bienaventuranzas” la recompensa por una vida integra es el amor de Dios y el Salmista nos lo hace saber. Nada podrá separarnos de su Gracia y con su amor todo es posible transformarlo convenientemente, recordemos hermanos que “Dios no necesita de nuestras buenas obras pero el otro si” expresaría Martín Lutero. La justicia de Dios brilla en la vida y obra de los bautizados. Aquí la paz es consecuencia de una vida en Dios y en nuestro caso en su Adorado Hijo.


Pablo en su Carta a los Corintios, en una de sus reflexiones plantea para esta comunidad de Fe, la realidad conforme su profunda experiencia de Cristo lo revela, la muerte no es final de la vida humana es apenas la transformación necesaria. Pablo habla de las semillas y su proceso y deja ver la creencia de su entorno que al desconocer los procesos de crecimiento naturales los asociaban con la “divinidad” los pueblos paganos lo hacían frecuentemente para suponer que sus dioses al bendecir a su pueblo les daban la posibilidad de cosechar. Es un mundo donde la ciencia no cubría todos sus aspectos y la dimensión espiritual ocupaba estos espacios en la mentalidad de las personas. En la contraparte judía se orientó la visión hacia la “Retribución” que se transfirió a la estructura cristiana de la “Divina Providencia” enseñada por Jesús.


La Resurrección es la Causa Eficiente de la obra salvífica de Cristo en la Cruz. Desde la perspectiva griega (refiriéndonos a los santos PP. de la Iglesia de Oriente) la Deificación del ser humano es un proceso que inicia con el santo Bautismo y se complementa gracias al triunfo de Cristo en la Cruz, pero el cuerpo como vehículo de comunicación material o corporalidad no será glorificado como si el espíritu. Los bautizados en Cristo asumimos una condición sobrenatural no gobernada por la muerte o una expresión de existencia física solamente. La corporeidad hace referencia al espíritu que Dios nos da en el momento mismo de nuestra creación.


Este cuerpo material se convierte en espiritual por mandato del Dios viviente. Es la obra plena de Cristo, el Cordero vencedor (del Vidente de Patmos). En la muerte Cristo Hijo de Dios es solidario con nosotros y como expresa Pablo lo que se siembra en la corrupción Resucitará en la gloria de la Gracia de Dios. Lo espiritual es fundamental en nuestra aproximación salvífica al Dios amor descrito por Juan. Nuestra vida no es solo un proceso natural. Nosotros somos templos vivos del Espíritu de Dios, más no implica esta afirmación su lugar de “residencia o habitad” esto último porque nuestra naturaleza no puede contener el inmensurable amor de Dios. Pablo siguiendo a los griegos de su época señala en el cuerpo el lugar de la existencia moral (Platón, Sócrates, Estoicos, y Epicúreos, entre otros) desde tal perspectiva el cuerpo como comunicación expresa la materialidad que se percibe de nuestras obras pero su valor intrínseco con relación a su bondad es espiritual.

La exposición de Lucas en su evangelio, nos dice con toda certeza que la justicia es el “manual” de vida y obra de todos los creyentes. No se trata solo de exagerar con sus recomendaciones sino de centrarlas en el acontecer del otro y como es percibido por nosotros. El versículo 38 habla de los pliegues de la túnica que servía de bolso para guardar dinero y otros valores. Aquí la Solidaridad es un mandato de visivilizacion del otro, sacar a los demás del anonimato es el reto de nuestras congregaciones.


Dar y no esperar recibir no es una interpretación equivocada ya que Lucas está pensando en el otro desde una perspectiva de justicia y reivindicación de sus Derechos y Deberes en la sociedad y de paso afirma el Ethos cristiano que gobierna nuestra participación en la sociedad y su cultura. No se trata solo de un enunciado de retribución personal o dialogo con el otro, es el verle como obra de un mismo Padre Dios.


El mérito no es como el argumentado por el mundo y sus “competencias” es una dinámica de Fe y Esperanza en la transformación de la realidad por el influjo de la conciencia de los bautizados. Desde la moral de nuestras acciones cuando el otro es importante para nosotros las posibilidades de servirle y respetarle son mayores. Solo Dios recompensará perfectamente a los bautizados por sus obras justas y amorosas por el hermano o prójimo, es decir, por quienes nos rodean, es uno de los temas preferidos por Lucas en su evangelio. La categoría moral y ética de nuestras acciones son ejemplo vivo del amor de Dios entre nosotros. Nuestras obras no sirven en nada a Dios pero si a los demás que también son sus hijos.

“Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos”… Agustín de Hipona PP. de la Iglesia latina siglo V.

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